Antes que
nada al abordar estos problemas hay que llegar establecer qué se supone que es
el aire limpio y hasta que niveles de sustancias y formas de energía pueden
tolerarse como máximos admisibles. En otras palabras, hay que determinar cuáles
son las características que marcan la calidad del aire y a partir de qué
concentraciones podemos decir que hay contaminación. Una vez establecidos los
niveles máximos de inmisión en una legislación, los organismos
competentes deben vigilar que se cumplan analizando el aire y sancionando si no
se cumple la ley.
Vistos
distintos aspectos de la contaminación atmosférica, se aprecia que es un
problema complejo, que tiene repercusiones graves en la salud de las personas y
que está afectando a la integridad del planeta. Las medidas encaminadas a
disminuir la contaminación incluyen dos aspectos: el preventivo y el corrector.
Entre las
medidas preventivas para evitar la contaminación o hacer que ésta sea mínima
encontramos:
Planificación del uso del
suelo o planes de ordenación del territorio. Directamente, los mapas de uso del suelo determinarán qué actividades
podrán realizarse o no en cada lugar.
Evaluación de impacto ambiental.
Incluso
aunque el uso del suelo lo permita, un proyecto (industria, granja, etc.)
deberá confeccionar un estudio de impacto ambiental en el que quede claramente
marcado como se verá afectada la atmósfera. La evaluación dará el visto bueno o
rechazará el proyecto o lo obligará a incluir medidas correctoras.
Empleo de tecnologías más
limpias. Continuamente
se mejoran muchos diseños con el fin de disminuir los residuos de todo tipo
desechándose los que quedan anticuados.
Educación ambiental. Si las personas somos más
sensibles con los temas de conservación de medio ambiente, todo resulta más
fácil (si un empresario es consciente de a importancia de contaminar menos,
intentará, aunque le cueste más dinero hacer las cosas bien. Si no le importa el
tema intentará por todos los medios conseguir el máximo beneficio aun a costa
del medio ambiente). [Te pueden obligar a hacer un curso de plaguicidas para
evitar la contaminación del aire, del agua y de los alimentos, pero si no
consiguen convencerte de lo perjudicial que resultan a largo plazo los malos
hábitos, no vas a cambiarlos].
En muchos casos, las actividades humanas ya están generando
contaminación. En estas circunstancias, hay que implantar medidas
correctoras.
Las medidas correctoras son similares a las que se emplean en el
diseño de los nuevos proyectos y van encaminadas a disminuir los niveles de
emisión de contaminantes. Algunas de estas medidas son:
Sistemas de filtrado y retención de
partículas. Hay multitud de dispositivos que se utilizan en función de las
sustancias emitidas. Para partículas encontramos: Ciclones, filtros
electrostáticos o mangas filtradoras.
Sistemas de depuración de gases. Haciéndolos pasar por un
líquido, muchos gases quedan disueltos en él. Ciertas sustancias porosas pueden
adsorber gases. Otros gases pueden quemarse con lo que los productos de la
combustión son menos contaminantes (el metano desprendido en las plantas de
depuración de aguas residuales se quema en un mechero porque el dióxido de
carbono de la combustión tiene menos efecto invernadero que el metano). Ciertos
gases pueden sufrir reacciones para transformarlos en otros menos dañinos
mediante catalizadores (todos los coches nuevos están obligados a llevarlos).
Sistemas de emisión y dispersión. Aunque la cantidad de
sustancias contaminantes sea la misma, un diseño adecuado del sistema de
emisión puede ayudar a una dispersión eficaz y por lo tanto a una disminución
de la concentración de contaminantes. Tanto el diámetro como la altura de las
chimeneas son calculadas para favorecer este efecto. Una gran altura aleja los
contaminantes de la zona de emisión (el aire se mueve a más velocidad a cierta
distancia del suelo. Por otra parte, en zonas de inversión térmica invernal,
una chimenea que sobrepase el límite de la inversión evita el problema de la no
dispersión de los contaminantes. No obstante, en estos casos no eliminamos el
problema del todo: disminuimos la concentración de contaminantes y simplemente
nos los llevamos lejos.
Medidas de control de las emisiones. En nuestra Comunidad
Autónoma, la Consejería de Medio Ambiente tiene la competencia de velar por la
Calidad del aire. Para ello revisa los informes de inspección de los distintos
contaminantes emitidos a la atmósfera por parte de determinadas empresas que
emitan algún tipo de producto a la atmósfera. Estas empresas tienen la
obligación de mantener instrumentos de medición en continuo de emisión y de
inmisión de contaminantes.
Medidas internacionales. Hasta ahora se han comentado medidas a tener en cuenta dentro de
cada nación, pero dada la magnitud del problema de la contaminación
atmosférica, que afecta a la globalidad del planeta y de que en muchos
casos se producen fenómenos de contaminación transfronteriza, conviene
recordar la firma del Protocolo de Kioto (diciembre de 1997) por parte
de un gran número de naciones, con un compromiso claro de frenar las emisiones
de gases de efecto invernadero.
En octubre de 2.006 se celebró la Cumbre de Nairobi con el
fin de ver cómo se van cumpliendo los acuerdos de Kioto: pocos países están
alcanzando los objetivos marcados.
La XV Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático,
Copenhague, en diciembre de 2009 ha vuelto a poner de manifiesto que hay
demasiados intereses económicos en juego y que los países más contaminadores no
están dispuestos a frenar su desarrollo (incontrolado).
Indicadores de contaminación. Bioindicadores: los líquenes.
La tecnología actual cuenta con instrumentos muy precisos que
pueden captar y analizar multitud de componentes vertidos a la atmósfera. Estos
sistemas de control pueden instalarse en focos de emisión (chimeneas) o pueden
medir en distintos lugares la inmisión. Normalmente miden continua y
automáticamente, y los datos son enviados por radio a centros de control (Red
de Vigilancia y Control de la Calidad del Aire). Estas estaciones de recogida
de datos pueden encontrarse fijas en puntos determinados o pueden estar
situadas sobre vehículos.
Existen otros sistemas de detección de contaminación atmosférica
que, al menos en un primer momento, pueden dar información acerca de la calidad
del aire. Desde hace algunos años se sabe que los líquenes (organismos
formados por la asociación simbiótica de un hongo y unas algas unicelulares),
que habitan sobre las rocas o sobre la corteza de los árboles, son muy
sensibles a la contaminación atmosférica. Como no todos toleran los mismos
contaminantes y además los hay más y menos resistentes a diferentes
concentraciones, un estudio detallado de dichos seres y, sobre todo, la
evolución que puedan sufrir a lo largo del tiempo, allí donde se estudien,
resulta de gran utilidad.
Igualmente, estudios en el
plancton de lagos, puede dar indicación del fenómeno de la lluvia ácida, dado
que afecta a las poblaciones de microorganismos acuáticos. Aunque se trata de
un fenómeno atmosférico, al final, la deposición de los ácidos en el agua será
la responsable de los cambios en los ecosistemas acuáticos.