EL CICLO DEL AGUA. BALANCE HÍDRICO
El agua pasa de la hidrosfera a la atmósfera por evaporación. Al enfriarse, se condensa y se forman las nubes. Con la precipitación el agua es devuelta a la tierra en forma líquida o sólida y, a partir de ahí, puede seguir varios caminos: parte del agua puede quedar retenida en lagos y glaciares, otra parte constituye la escorrentía superficial, que consiste en un desplazamiento sobre la superficie terrestre hacia las zonas más bajas ya sea de manera libre o encauzada en los ríos y una tercera parte se infiltra atravesando las capas permeables del terreno, se incorpora a las aguas freáticas, dando lugar la escorrentía subterránea, que circula hacia el mar. El agua que se incorporó a la biosfera, retorna a la atmósfera por transpiración y, unida a la evaporación ocurrida sobre la superficie terrestre, se incluye en el concepto de evapotranspiración.
Para conocer las disponibilidades de agua de una cuenca hidrográfica, acuífero, país, etc., e incluso de toda la Tierra, es preciso conocer su balance hídrico, es decir la cuantificación de las entradas y salidas de agua en un tiempo determinado. En su forma más simple puede expresarse según la ecuación:
P = ET + ES ± V
· P es la precipitación.
· ET es la evapotranspiración Se diferencian dos tipos: la evapotranspiración potencial (ETP), que es el agua devuelta por un suelo cuya superficie estuviera cubierta totalmente por la vegetación y no existiera limitación de agua; y la evapotranspiración real (ETR), que es la que realmente se produce, y es menor o igual que la potencial.
· ES es la escorrentía total que incluye la escorrentía superficial y la subterránea.
· V es el volumen de agua almacenada.
En la ecuación anterior, la entrada de agua proveniente de la precipitación se iguala a la evapotranspiración más la escorrentía total, a lo que hay que sumar o restar el volumen de agua almacenada. Para un período largo de tiempo el último sumando se puede despreciar pues es constante. El valor medio de la diferencia entre P y ET constituye los recursos hídricos renovables.
No obstante, existen volúmenes mucho mayores, que se pueden consumir, pero que no se van a renovar: son las reservas, que pueden tener edades considerables.
En el conjunto de los continentes las precipitaciones alcanzan los 99.000 km3/año y la evapotranspiración llega a los 62.000 km3/año, por lo que los recursos hídricos renovables anualmente, representados por la escorrentía, son de 37.000 km3/año. Por tanto, sólo la tercera parte de las precipitaciones son un recurso potencial.
Por su parte, en los océanos, las precipitaciones suponen 324.000 km3/año y la evaporación de 361.000 km3/año. En principio parece que existe un desequilibrio entre entradas y salidas, sin embargo, el balance hídrico se equilibra con la entrada de agua en los océanos proveniente de la escorrentía continental que es de 37.000 km3/año.
La precipitación y la evapotranspiración de una zona en un tiempo determinado, generalmente un mes, suelen representarse en los llamados diagramas hídricos. Estos diagramas permiten conocer el exceso o déficit de agua disponible en el suelo y así poder planificar el riego, el tipo de cultivos, etc. Además es importante para evaluar los recursos hídricos disponibles. En un diagrama se pueden diferenciar los siguientes períodos:
· Período en el que la precipitación supera a la evapotranspiración potencial (meses de noviembre a abril). Durante este tiempo existe superávit de agua, que se acumula en el suelo, recarga los acuíferos y más tarde circula por el terreno pasando a los cursos de agua superficiales.
· Período en el que la precipitación es inferior a la evapotranspiración real (meses de abril a julio), pero en el que no existe déficit de agua, pues la vegetación está utilizando el agua acumulada en el suelo.
· Período en el que la precipitación sigue siendo inferior a la evapotranspiración real (meses de julio a octubre), pero en el que sí existe déficit de agua, pues el suelo no tiene agua suficiente para la vegetación. Es el período de sequía.
· Período en el que la precipitación es mayor que la evapotranspiración real. El suelo recupera el agua perdida (de octubre a noviembre), momento este en que la evapotranspiración real iguala a la potencial y de nuevo existe exceso de agua.
La influencia humana en el ciclo hidrológico es notable: cada vez consumimos más agua y estamos sobreexplotando los acuíferos, cada año extraemos más agua de la que se repone con la precipitación anual. Además, para disponer de mayores cantidades de agua dulce, la humanidad procura reducir los desequilibrios en la distribución temporal y espacial de este recurso. Con la acumulación de agua en presas y embalses, se pueden afrontar épocas de escasez de agua (desequilibrio temporal); con los trasvases o transferencias de agua de unas cuencas hidrográficas a otras se persigue solucionar los desequilibrios en la distribución espacial
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