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martes, 7 de enero de 2014

MEDIDAS PREVENTIVAS.



MEDIDAS PREVENTIVAS.


Sabiendo cuáles son las causas de la contaminación y sobre todo cuáles son los efectos, las soluciones, en teoría, son sencillas: hay que evitar contaminar las aguas, hay que depurar aquellas que quedan disminuidas en su calidad y no hay que sobreexplotar este recurso. Debemos economizar agua evitando el despilfarro.

Como podemos comprender, la realidad no es tan simple, ya que queremos seguir desarrollándonos, necesitamos cada vez más agua para regar, para nuestras viviendas, para nuestras casas de veraneo, para los campos de golf (¡cientos de campos de golf en el país más árido de la Comunidad Europea! Solo la crisis económica en la que estamos ha frenado estos proyectos descabellados).

La legislación comunitaria y la española en temas de agua va haciéndose cada vez más estricta en todos los aspectos que afectan a este tema: hay que minimizar la contaminación, limitando o prohibiendo los vertidos (ya sean de origen agrícola o industrial) y depurar el agua que ha sido utilizada.

Se establecen niveles máximos de vertido para cada tipo de industria, así como parámetros mínimos de calidad en aguas depuradas. Están legislados los contenidos en fosfatos de los detergentes domésticos. Están prohibidas las fosas sépticas que no sean perfectamente impermeables. Solo se permiten vertederos de residuos sólidos urbanos e industriales que cumplan con medidas de seguridad que eviten los lixiviados. (Para conseguir ese control, en Andalucía se han clausurado todos los vertederos de los municipios. De hecho, la basura de Valdepeñas acaba en el vertedero que acoge la de otras muchas localidades de la provincia y que se encuentra en las inmediaciones de la capital).

También está regulada la cantidad de agua que puede extraerse de los acuíferos en función de la capacidad de recarga y del fenómeno de intrusión marina.
Todos los agricultores han debido realizar un curso sobre manejo de plaguicidas con el fin de aprender lo importante que resulta guardar los plazos de seguridad de los productos y sobre todo para que entiendan que un abuso de estos productos y de los abonos acaba introduciéndose en los acuíferos y contaminándolos. En este caso dar información es prevenir.

En definitiva, disponemos de unas medidas que nos garantizan que este recurso vital no se agotará. Lo cual no quiere decir que los ciudadanos estemos convencidos de la necesidad de cuidar el agua o que las administraciones públicas sean capaces de hacer cumplir estas leyes (debería haber, al menos, tantos policías como ciudadanos).

Pero poco a poco se van consiguiendo metas que hace apenas unas décadas habrían parecido imposibles.

La nueva cultura del agua es decisiva para que este recurso valiosísimo llegue a todos y su utilización cause los menores impactos posibles.


LA AUTODEPURACIÓN Y LOS CONTAMINANTES BIODEGRADABLES Y NO BIODEGRADABLES

Las aguas (marinas, subterráneas y superficiales) tienen, de forma natural, la capacidad de eliminar contaminantes. A esta capacidad de depurarse por sí mismas se denomina autodepuración. Todo dependerá de los tipos de contaminantes, de la concentración de los mismos y de su capacidad de dispersión (que estará relacionada a su vez con los movimientos del agua: caudal, velocidad de la corriente, agitación, etc.). Por ejemplo, si consideramos un río, los contaminantes naturales al cabo de un cierto tiempo, y a partir de una determinada distancia desde el punto en el que se originaron, habrán desaparecido y el río se habrá autodepurado. Las aguas también son capaces de depurar contaminantes de origen humano, sobre todo si son vertidos de materia orgánica (aguas residuales)

Pero hay un límite y si la cantidad de contaminantes es excesiva, se sobrepasará la capacidad autodepurativa y la contaminación será permanente. Incluso, se producirán efectos indeseables como la eutrofización. La autodepuración incluye un conjunto de fenómenos físicos (decantación…), químicos (disolución, precipitación…) y biológicos (oxidación de materia orgánica por bacterias y protozoos). Para comprobar el estado de las aguas de un río y su capacidad autodepurativa se emplean los indicadores biológicos: hay especies muy selectivas que sólo pueden vivir en aguas muy limpias y otras que toleran altas tasas de contaminación orgánica. Entre medias existen especies con mayor o menor tolerancia. [También se puede recurrir al cálculo de la DBO o demanda biológica de oxígeno y la DQO demanda química de oxígeno].

Se dice que un contaminante es biodegradable cuando puede ser descompuesto por la actividad biológica, entendiéndose esta como la oxidación por microorganismos (principalmente bacterias, hongos y protozoos). En general, cualquier materia orgánica de origen natural es biodegradable (en los ecosistemas toda la materia se recicla) esto incluye restos animales y vegetales, excrementos… pero en la actualidad hay miles de moléculas orgánicas artificiales, muchas de ellas no biodegradables al no existir organismos capaces de degradarlas por falta de enzimas que no aparecen en la naturaleza. (Este concepto de contaminante bio o no biodegradable no sólo se refiere a sustancias presentes en el agua, sino en cualquier medio).

No todos los contaminantes biodegradables son degradados con la misma facilidad: como ya se ha dicho al hablar de la autodepuración, este proceso dependerá de múltiples factores como la dispersión, concentración y también la temperatura y la concentración de oxígeno del agua, la presencia de microorganismos adecuados y la composición misma del contaminante.

Desde hace décadas hay productos, como los detergentes, que se fabrican con componentes biodegradables, al menos algunos de ellos, para evitar la acumulación de contaminantes persistentes en el medio ambiente. Pero son tantas las sustancias artificiales orgánicas e inorgánicas existentes que muchas de ellas no han podido ser diseñadas para que tras su uso puedan ser degradadas por bacterias.

La oxidación de la materia biodegradable puede hacerse con oxígeno (condiciones aerobias) o sin él. En este segundo caso se tratará de fermentaciones que, como sabemos, producen otras sustancias orgánicas más simples y en muchos casos responsables de malos olores.

Si un contaminante no puede ser degradado por la actividad biológica, diremos que es no biodegradable.

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